Si bien toda la filmografía del mago del suspense Alfred Hitchcock es fascinante, el período que va desde Vértigo hasta Marnie es sublime, constituye para mí la esencia de su cine. Es el CINE. Contienen todo, es casi un tratado sobre la vida, sobre la realidad y el deseo. Los textos son tan ricos que las lecturas son inagotables, en cada visión aparece algo nuevo: por una parte retrata como nadie la crisis de la sociedad (americana) moderna, crisis de la familia, crisis de valores, morales y religiosos, que ya no sirven para explicar el mundo, una modernidad que produce enfermedades mentales, adicciones o traumas; por otra parte es una alucinante radiografía del deseo, el deseo de fisgonear al otro a través de (una) La ventana indiscreta, film que también podríamos incluir en este grupo de películas, es el deseo de poseer al otro, de devorarlo; y por último también son textos que reflexionan sobre el lenguaje cinematográfico con lo que ejercen una función metacinematográfica sobre sí mismos.
La ventana indiscreta. Sobre la mirada en el cine: un alguién mira y otro alguién es mirado como objeto de deseo. La sosa de Grace Kelly no le pone nada, prefiere la intimidad de sus vecinos.
Psicosis. Pero el ojo es insaciable y debajo de ese voraz deseo de ver, que es también un deseo de poseer, está la pulsión de la muerte, es el encuentro del ojo con lo real del cuerpo.
¿Este plano es precursor del porno? Algunos así lo creen.
La fragmentación del cuerpo como objeto de deseo.
El grito anuncia el fin de las palabras. La imposibilidad de articular lenguaje alguno cuando nos damos de bruces con lo real: el miedo, el terror, el orgasmo, la angustia existencial... ¿cómo explicar lo real con palabras? El mismo sentido de El grito de Münch que recuerda este primerísimo plano de Janet Leigh, que no sea probablemente una cita casual.
Desde La soga sus films son un estudio de la representación de la muerte en el cine, innovando continuamente en la puesta en escena. En Psicosis es la primera vez en la Historia del Cine que un cadáver tiene los ojos abiertos. Los muertos en el cine clásico debían aparecer con los ojos cerrados .
En Los pájaros da un paso más allá y aparece el cadáver sin ojos. Esta escena es precursora del gore: el encuentro del ojo con lo real de la violencia. Hasta los dos únicos géneros nuevos, totalmente genuinos, que surgieron después de los 60, el porno y el gore, tuvieron sus orígenes en el cine de Alfred Hitchcock.
¿Pero de qué trata Los pájaros? Nada parece explicar el ataque imprevisto de los pájaros. En los créditos iniciales van apareciendo palabras, los nombres del reparto y del equipo, que son literalmente picoteadas y fragmentadas hasta desaparecer por una masa caótica amorfa de manchas negras que asociamos con pájaros por el sonido, además de obviamente el título de la película. Algo tan aparentemente sencillo y tan críptico encierra la metáfora de la película. La fragilidad del lenguaje para explicar lo real. Las palabras no son suficientes para dar(le) sentido.
La ventana indiscreta. Sobre la mirada en el cine: un alguién mira y otro alguién es mirado como objeto de deseo. La sosa de Grace Kelly no le pone nada, prefiere la intimidad de sus vecinos.
Psicosis. Pero el ojo es insaciable y debajo de ese voraz deseo de ver, que es también un deseo de poseer, está la pulsión de la muerte, es el encuentro del ojo con lo real del cuerpo.
¿Este plano es precursor del porno? Algunos así lo creen.
La fragmentación del cuerpo como objeto de deseo.
El grito anuncia el fin de las palabras. La imposibilidad de articular lenguaje alguno cuando nos damos de bruces con lo real: el miedo, el terror, el orgasmo, la angustia existencial... ¿cómo explicar lo real con palabras? El mismo sentido de El grito de Münch que recuerda este primerísimo plano de Janet Leigh, que no sea probablemente una cita casual.
Desde La soga sus films son un estudio de la representación de la muerte en el cine, innovando continuamente en la puesta en escena. En Psicosis es la primera vez en la Historia del Cine que un cadáver tiene los ojos abiertos. Los muertos en el cine clásico debían aparecer con los ojos cerrados .
En Los pájaros da un paso más allá y aparece el cadáver sin ojos. Esta escena es precursora del gore: el encuentro del ojo con lo real de la violencia. Hasta los dos únicos géneros nuevos, totalmente genuinos, que surgieron después de los 60, el porno y el gore, tuvieron sus orígenes en el cine de Alfred Hitchcock.
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¿Pero de qué trata Los pájaros? Nada parece explicar el ataque imprevisto de los pájaros. En los créditos iniciales van apareciendo palabras, los nombres del reparto y del equipo, que son literalmente picoteadas y fragmentadas hasta desaparecer por una masa caótica amorfa de manchas negras que asociamos con pájaros por el sonido, además de obviamente el título de la película. Algo tan aparentemente sencillo y tan críptico encierra la metáfora de la película. La fragilidad del lenguaje para explicar lo real. Las palabras no son suficientes para dar(le) sentido.
En la primera secuencia vemos una panorámica de la ciudad de San Francisco, una mujer que cruza una calle a la izquierda (sobre ella vemos un cartel con un imperativo NO LEFT TURN), la silban con deseo desde fuera de campo, ella mira encantada de sentirse deseada y sonríe. Es la primera vez que vemos una masa de pájaros sobrevolando la ciudad.
Melanie Daniels (Tippi Hedren) entra en una tienda de mascotas. En ese lugar es dónde vamos a descubrir qué es lo que se juega en la película, que hasta ahora parece que comienza como una comedia, probablemente romántica. Sir Alfred sale de la tienda con un perrito: él no quiere saber nada de pájaros y sale casi huyendo de allí.
Ella sube directamente las escaleras sin fijarse ni un instante en el piso de abajo. Ella ya sabe lo que quiere. La conversación con la dependienta empieza a darnos algunas claves. Melanie quiere un pájaro que no sea muy polluelo y que hable: justo en ese momento aparece Mitch (Rod Taylor) (nótese la similitud fonética con Hitch, que es como llamaban al maestro), y éste empieza a hablar, bla, bla..., hay miradas de deseo, una posible cita; finalmente se decidirá por unos periquitos (love-birds en inglés), pero para regarlárselos a la hermanita pequeña de Mitch.Melanie Daniels (Tippi Hedren) entra en una tienda de mascotas. En ese lugar es dónde vamos a descubrir qué es lo que se juega en la película, que hasta ahora parece que comienza como una comedia, probablemente romántica. Sir Alfred sale de la tienda con un perrito: él no quiere saber nada de pájaros y sale casi huyendo de allí.
Una proposición, un juego que una vez me plantearon: A Melanie y la dependienta se les escapa el pajarito de la jaula e intentan atraparlo. Cerrad los ojos en esa escena, escuchad solamente el audio y descubriréis rápidamente de qué va la película. Una pena que esta escena no esté en el YouTube.
Melanie como Marion en Psicosis son mujeres que van a trasgredir la ley. Marion robará un dinero, Melanie llevará la iniciativa en el juego de la seducción que es/era un rol eminentemente masculino. Melanie es una mujer segura de sí misma y con la capacidad de tomar las riendas de su propio deseo, y ese será su pecado. Tenemos delante una mujer que va en busca de su goce, una mujer moderna contemporánea alejada del estereotipo clásico donde la mujer sólo puede ser madre, hija o esposa. Melanie va a trasgredir la ley del deseo que es masculina. Pero tampoco sé si soy capaz hablar de las madres fálicas y los padres ausentes, que son recurrentes en los análisis freudianos y lacanianos sobre estos textos de Alfred Hitchcock.
Pero cuál es el mensaje en esta película en que una sola mujer parece ser capaz de alterar todo el orden establecido en una pequeña comunidad.
De hecho, el primer ataque será cuando ella misma coja un bote para acercarse a la casa familiar de Mitch. Hay algunos ejemplos más que parecen confirmar esta teoría.
¿Por qué están haciendo esto? ¿Por qué lo hacen?
Dicen que empezó todo al llegar usted aquí.
¿Quién es usted? ¿Qué es usted? ¿De dónde viene?
Creo que es usted la causa de todo esto. Es usted infernal. Perversa.
Dicen que empezó todo al llegar usted aquí.
¿Quién es usted? ¿Qué es usted? ¿De dónde viene?
Creo que es usted la causa de todo esto. Es usted infernal. Perversa.
Pero nada puede explicar lo que está ocurriendo: es un castigo del misógino Hitchcock por ser una mujer emancipada y no sujeta a las convenciones, o por el contrario es un discurso feminista en el que la mujer toma las riendas de su propio deseo (hasta las últimas consecuencias). Al final, el hombre -el que debería tomar las riendas de la situación según manda la tradición-, sólo es capaz de ordenar a la mujer callar, ssshhh... ninguna palabra del hombre ante lo real. No hay héroe como en el relato clásico. En una escena simétrica a la del incio en la pajarería ella asciende otra vez unas escaleras, por última vez; asustada pero empujada por su deseo abre la última puerta, y con una linterna alumbra primero un agujero en el tejado, después unos pájaros que están sobre una cama de matrimonio. Antes de empezar su ascenso intenta que Mitch le acompañe, pero éste se ha quedado dormido, así que tendrá que subir sola las escaleras hasta ese tálamo que hay en la parte superior. No hay un hombre que sea capaz de acompañar a la mujer en ese viaje hacia su propio goce.
La simetría con la escena de la pajarería continúa, pero en vez de comedia ahora es de una violencia extrema. El audio hubiera podido ser muy similar si no fuera por el ruido de los pájaros: ella no deja de gritar, ...mitch, mitch, más no, ...no, más no. (O algo así, jeje...). Finalmente llega Mitch, pero tarde, cuando ya está instalada en la locura (o en la verdad, vete tú a saber). Me gusta más esta teoría en la que el Maestro Hitch parece que nos da una clase sobre el deseo y los límites del placer y el dolor, o acaso la historia de un orgasmo femenino...
La película no acaba con el clásico The End. No tiene fin. Toda la pantalla es ocupada por pájaros, como una gran abstracción, que nos recuerdan los créditos iniciales. Se suele decir que con Los pájaros se inicia el cine posmoderno: no hay clausura del relato, se rompe el raccord en la escena del cadáver sin ojos...
La idea original del guión era que el Golden Gate, el simbólico puente de San Francisco, estuviera ocupado todo por pájaros, pero hubiera cambiado el sentido del film que tiene el hecho de que ocurra en esta bahía -y algún conato más en pueblos limítrofes según oímos por la radio- y sólo cuando llega a este lugar esta mujer. Ese otro final hubiera tenido un mensaje más apocalíptico. Aunque tampoco deberíamos renunciar a él.