
Jan Saudek
Escucha lo que dices y lo que crees que dices: Control, control, control. ¿Cuándo te darás cuenta de que nada es controlable? Vivimos en el caos. Ese es nuestro gran problema. Mack, echa un vistazo, en este aparcamiento todos luchan por controlar.
¿Y sabes qué intentan controlar todos y cada uno de ellos?
Intentan controlar su miedo.
¿Y sabes qué intentan controlar todos y cada uno de ellos?
Intentan controlar su miedo.

Michael Wolf
El punto es que hay una brecha en este país, un abismo cada vez mayor entre las personas que tienen algo y las que no tienen una mierda. Es como un gran agujero en el suelo, tan grande como el puto Gran Cañón, y lo que de allí emana es una erupción de rabia, y la rabia genera violencia, y la violencia es real, Mack.
Y nada la va a hacer desaparecer, hasta que alguien cambie las bases, algo que no va a suceder.
Y nada la va a hacer desaparecer, hasta que alguien cambie las bases, algo que no va a suceder.

—¿Has ido a ver el Gran Cañón?
— Siempre he querido ir.
— Pues yo sí.
Tío, tienes que ir al Gran Cañón.
— Es bonito, ¿eh?
— Es una pasada.
Pero eso no es lo mejor. Puedes sentarte en el borde. Yo lo hice. Lo hice todo. Bajé, pasé allí la noche. Pero lo que más me impresionó fue sentarme en el borde de eso tan viejo. Tío, esas rocas y esos precipicios son tan viejos. Han tardado tanto en tener ese aspecto. Y aún no han acabado. Evoluciona mientras estás observándolo. Está evolucionando ahora, mientras estamos en esta asquerosa ciudad. Cuando te sientas en el borde, te das cuenta de lo poca cosa que somos. Del bombo que nos damos al creer que lo que hacemos tiene importancia. Como si nuestro tiempo aquí significara algo para esas rocas. La humanidad sólo lleva aquí una fracción de segundo. ¿Y una persona? Es una fracción de tiempo tan pequeña que no tiene ni nombre.
— ¿Intentas animarme?
— Sí.
Aquellas rocas se reían de mí, como te lo cuento. De mí y de mis problemas. Todo era un chiste para el Gran Cañón. ¿Sabes cómo me sentí? Como un mosquito en el culo de una vaca que rumia al lado de la carretera por la que pasas a 100 km por hora.
— Insignificante.
— Vaya que sí.
— Me llamo Mack.
— Simon.
— Siempre he querido ir.
— Pues yo sí.
Tío, tienes que ir al Gran Cañón.
— Es bonito, ¿eh?
— Es una pasada.
Pero eso no es lo mejor. Puedes sentarte en el borde. Yo lo hice. Lo hice todo. Bajé, pasé allí la noche. Pero lo que más me impresionó fue sentarme en el borde de eso tan viejo. Tío, esas rocas y esos precipicios son tan viejos. Han tardado tanto en tener ese aspecto. Y aún no han acabado. Evoluciona mientras estás observándolo. Está evolucionando ahora, mientras estamos en esta asquerosa ciudad. Cuando te sientas en el borde, te das cuenta de lo poca cosa que somos. Del bombo que nos damos al creer que lo que hacemos tiene importancia. Como si nuestro tiempo aquí significara algo para esas rocas. La humanidad sólo lleva aquí una fracción de segundo. ¿Y una persona? Es una fracción de tiempo tan pequeña que no tiene ni nombre.
— ¿Intentas animarme?
— Sí.
Aquellas rocas se reían de mí, como te lo cuento. De mí y de mis problemas. Todo era un chiste para el Gran Cañón. ¿Sabes cómo me sentí? Como un mosquito en el culo de una vaca que rumia al lado de la carretera por la que pasas a 100 km por hora.
— Insignificante.
— Vaya que sí.
— Me llamo Mack.
— Simon.
Kraftwerk — Radioactivity
Black Eyed Peas presentan su última canción Just can’t get enough. El vídeo fue grabado en Tokyo una semana antes del terremoto. Han dedicado el tema a todas las víctimas de Japón: el terremoto y el tsunami hace diez días, y hoy en emergencia nuclear.
Black Eyed Peas — Just Can't Get Enough