Showing posts with label Jorge Oteiza. Show all posts
Showing posts with label Jorge Oteiza. Show all posts

Friday, October 28, 2011

20.10.2011


A diferencia de las guerras y de los actos violentos, la paz no estalla. No hace ruido, ni se manifiesta de manera estruendosa, salvo que alguien decida celebrarla de esa forma, con fuegos de artificio, cánticos o desfiles. No es complicado darse cuenta de que la paz es, en realidad, el fin de una anormalidad, de un desorden moral y cívico, de una monstruosa aberración por la que algunas personas se creen con el derecho a destrozar vidas ajenas. Una anormalidad que es el resultado de una posición ideológica insostenible, por la que se pretenden defender planteamientos legítimos que dejan de serlo en el momento mismo en que se recurre a la violencia. Esta paz que nos llega ahora es también de naturaleza silenciosa, porque tiene una parte de alegría y otra de tristeza, y quizás no haya que festejarla ni hacer de ella una bandera, pero es hermosa...

...estaba ayer en Bilbao, paseando por calles repletas de personas. No había nada parecido a fuegos artificiales o a un día festivo. Simplemente la normalidad de la gente que sale del trabajo o va al trabajo, que camina apresuradamente. Todo normal, como hubiéramos querido que fuera siempre y como esperamos que sea a partir de ahora.
Un día cualquiera, Dominio Público.es
Francisco Balaguer Callejón




Que mi pie te despierte, sombra a sombra
he bajado hasta el fondo de la patria.
Hoja a hoja, hasta dar con la raíz
amarga de mi patria.

Que mi fe te levante, sima a sima
he salido a la luz de la esperanza.
Hombro a hombro, hasta ver un pueblo en pie
de paz, izando un alba.

Que mi voz brille libre, letra a letra
restregué contra el aire las palabras.
Ah, las palabras. Alguien heló
los labios -bajo el sol- de España.

Blas de Otero












1.— Desocupación de la esfera, Bilbao.
2.— Construcción Vacía, Donostia.


HABLO DE NOSOTROS
(no sé si es un poema),
hablo de nosotros que no somos sencillos,
pero sí vulgares (como se comprende).
Hablo sin tristeza (y no porque esté alegre),
sin resentimiento (mi odio es de agua fría);
hablo de nosotros y alguien debe entenderme.

Hablo serenamente.
Necesito muy poco
(por ejemplo, mi tiempo);
necesito gastar dinero sin pensarlo,
besar dos o tres bocas (sin comprometerme).
Necesito lo justo (superfluo si calculo),
un delirio alegre (razonable en el fondo);
necesito lo poco que nadie quiere darme,
lo mucho que es un hombre.

Pero soy blando y tonto
(¿quién al fin no llora?);
soy de fango informe que dulcemente arrastra,
de tierra que a ti me une.
Soy de miseria pura (o de amor infinito),
soy de nada, del todo que al mirarte comprendo,
¡oh pequeño, pequeño, pegajoso, tan tierno,
tan igual a mi!
Gabriel Celaya


Mikel Erentxun & Amaia Montero — Lau Teilatu
from debolex films on Vimeo

eta berriz izango gara zoriontsu
edozein herriko jaixetan
y de nuevo seremos felices
en las fiestas de cualquier pueblo

Thursday, October 23, 2008

Jorge Oteiza en su centenario

Jorge Oteiza
(21.octubre.1908 - 9.abr.2003)


Ciertamente, ¡He sabido vivir!
Hasta los seis años soy un niño que vivo introvertido, temeroso, asustado, incomunicado. De niños, todos sentimos como una pequeña nada nuestra existencia, que se nos define como un círculo negativo de cosas, emociones, limitaciones, en cuyo centro, en el corazón, advertimos el miedo —como negación suprema— de la muerte. Acaso el arte encuentra en los sentimientos de inseguridad y temor sus raíces más genuinas...
Quosque tandem...!


Friso de los 14 apóstoles del Monasterio de Aránzazu


Jorge Oteiza, el escultor del vacío y el silencio, revolucionó la escultura a mediados del siglo pasado. Además de escultor, fue arquitecto, ensayista y poeta, pero le gustaba definirse sobre todo como un «obrero metafísico». Como todos los genios, era un hombre de fuerte personalidad, excesivo y polémico, un artista polifacético, un agitador cultural infatigable, cuya enorme influencia va más allá de su labor como escultor. Siempre procuró, por un lado, contribuir a la creación de un arte vasco, como son sus intentos por fundar la Escuela Vasca; por otro lado, en su obra escultórica se aprecia el desarrollo de las principales vanguardias de su época y una concepción trascendental del arte. En este sentido, su obra más simbólica y más conocida son las estatuas del Santuario de Aránzazu. Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1988.


Oteiza y Chillida con el Grupo GAUR

La obra de uno es para curarse de la muerte,
pero la muerte es la que te cura de la vida.


Se puede hablar de tres etapas diferentes en la obra de Oteiza: entre 1930 y 1950 se dedicó a buscar las herramientas conceptuales que definieran un propósito experimental (de este período es su trabajo en el Laboratorio de tizas); entre 1950 y 1957 desarrolló este propósito experimental (como la estatuaria de la Basílica de Aránzazu); y entre 1957 y 1959 se dedicó a extraer conclusiones de todo el trabajo anterior: abandonó el expresionismo y la figuración para encaminarse hacia la abstracción, que le lleva al vacío y la ocupación-desocupación del espacio. Para Oteiza, “el espacio es el sitio que se desaloja, el vacío que se hace a sí mismo estatua”. El verdadero protagonista de la escultura es el vacío, el hueco que crea.
Así llegaría a la culminación de su trabajo con las series Desocupación de la esfera (1957-1958) y Cajas vacías o Cajas Metafísicas (1958), en las que el objeto queda desmaterializado casi por completo en favor de un espacio que él entendía metafísico y espiritual. En esta tensión entre volumen y espacio la escultura no se limitaba a cuestiones formales, sino que implicaba una forma de entender el mundo y el papel que juega el arte en éste.
En 1959, después de sus Cajas Metafísicas y Esferas Vacías, Oteiza da por concluida su labor como escultor para ejercer activamente como intelectual, palpable en sus textos de antropología, filosofía y el conjunto de su obra poética: Quosque tandem, Dios existe al noroeste, Ley de cambios....
Pero la muerte artística de Oteiza no es tal, el silencio en él debe ser interpretado también como un método de trabajo. En Oteiza obra y persona son inseparables: pretende desnudar al yo creador de las características o atributos personales que le impiden afirmar su ser. Es la eliminación de todo lo superfluo, tanto en la obra como en el propio artista.

Jorge Oteiza se consideraba un poeta que había sido escultor durante un tiempo: «Es lo que me cura, lo que me quita la angustia y me devuelve el equilibrio. La poesía es mi marcapasos».
La muerte no existe es un cambio de sitio
Vivo mi vida y mi muerte en preindoeuropeo
Vivo mi origen cazador en murovisual
de Itziar Elegía y otros poemas

¡A mí qué me importa que me pregunten de Arte!
¡Yo no quiero saber nada de Arte!
¡No me interesa absolutamente nada!
Me interesa solamente esta cuartilla.



Fundación Jorge de Oteiza
, su proyecto más deseado.
La pasión de Jorge Oteiza.
Jorge Oteiza: silencio y misticismo.