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Friday, October 23, 2009

Gilda


Hay películas pésimas, mediocres, espléndidas, y otras como Gilda, que no se sabe bien el secreto que guardan en su interior para convertirse en un film mítico, ...es un misterio, la magia del Cine. No va a ser cosa del guión: en El sueño eterno sobraban cadáveres, y en Casablanca, con la que se suele comparar frecuentemente, la interpretación de la Bergman es tan especial porque ni ella misma sabía con cuál de los galanes iba a quedarse al final de la película.
La Columbia necesitaba un vehículo para el lucimiento de su mayor estrella, Rita Hayworth: los carteles de la época anunciaban ¡No ha habido nunca una mujer como Gilda!, pero cuando empezaron a rodar aún no tenían una idea clara del guión. Según se iba rodando se iban incluyendo nuevas escenas, los dos inolvidables números musicales se pensaron cuando la película estaba ya acabada, e incluso algunos de sus memorables diálogos fueron reescritos durante el doblaje. Aun así, se produjo el milagro.

"Si fuera un rancho, me llamarían Tierra de Nadie"

En primer lugar, sin duda, se debe a la asombrosa presencia de Rita Hayworth. Desde su primera aparición no podemos apartar la mirada de ella. Gilda representa como ninguna La mujer fatal, explosiva, con un pasado oscuro, y capaz de tener a sus pies a cualquiera con un movimiento de melena o quitándose lentamente un guante negro, a todos excepto al único hombre que ella desea.
Esta película convirtió a Gilda en uno de los personajes más fascinantes de la Historia del Cine, aunque Rita siempre se quejó de que el personaje le persiguiera durante toda su vida, tanto en lo profesional como en su vida privada: cinéfilos de todo el mundo relacionamos aún hoy a la actriz con este personaje. Aunque el impacto del film fue mundial, en la España franquista causó un gran escándalo la famosa escena del guante y la bofetada. Algunos espectadores juraban y perjuraban que habían visto un desnudo integral. El follón fue tal, que grupos falangistas se reunían para lanzar cubos de pintura roja sobre los carteles de la película.


-His name is Johnny, Gilda.

-Oh, I'm sorry.
Johnny is such a hard name to remember and so easy to forget.



Pero en esta película nada es lo que parece, es otra cosa, característica fundamental del cine negro al que se adscribe con todo derecho. Nunca estamos seguros de por qué los personajes actúan como actúan. A Glenn Ford no le entendemos: ¿odia o ama a Gilda?, ¿se trata de un amor pasional y tormentoso o es una historia de celos en la que ambos rivalizan por tener la confianza del siniestro propietario del casino más lujoso de Buenos Aires?
Es este aspecto el que quisiera destacar, por el que esta película me parece hoy más importante aún: es la primera vez que vemos en el cine americano una relación entre dos hombres, no como un subtexto gay exactamente, sino de una manera bastante explícita, todo lo explícito que se podía ser en la conservadora USA de la posguerra. En 1946 un homosexual tenía que fingir necesariamente su sexualidad.
El propio Glenn Ford declaró que cuando interpretaban sus personajes, ellos sabían que su relación era homosexual. A partir de la primera escena del film, en el oscuro callejón sin salida donde Macready le salva la vida con su bastón fálico -"su mejor amiga"-, su historia no puede ser leída de otro modo.
Richard Dyer decía al escribir sobre los films de este período y la visibilidad gay (para la que aún habría que esperar muchos años): "Sólo podíamos expresarnos indirectamente, del mismo modo que las figuras de la pantalla se expresaban indirectamente... los personajes estaban en el armario, la película estaba en el armario, y nosotros estábamos en el armario".

- Un bastón así resulta muy útil.
- Es un amigo fiel y obediente. Guarda silencio cuando quiero que esté callado y habla cuando quiero que hable.
- ¿Es esa su idea de la amistad?
- Esa es mi idea de la amistad.
- Muy 'alegre' su vida.
- Llevo la vida que me gusta.
- ¿Qué está haciendo en un barrio como este?
- Vine para salvarle la vida.

You see, this way you'll have two friends.
You have no idea how faithful and obedient I can be,
for a nice salary.
Glenn Ford tocándole el palito a George Macready.
Hay tanta tensión sexual entre las miradas de los dos hombres como en los duelos dialécticos entre ambos:
- Tengo que saber una cosa. Que no hay una mujer en su vida.
- No hay mujeres en mi vida.
- El juego y las mujeres no van bien.
- Eso es lo que yo digo siempre. ... ¿Cambiamos de conversación?
- Así es que la ha habido.
- Oiga señor Mundson. Yo nací anoche cuando le encontré en ese callejón. No tengo pasado, sólo futuro, y así quiero que sea.


Johnny Farrell acaba de llegar a Argentina, sobrevive como puede en los muelles de la ciudad jugando a los dados. Una noche se encuentra con Ballin Mundson, que vete a saber qué buscaba en los muelles, un hombre sin escrúpulos que le salva la vida con un extraño bastón terminado en un afilado cuchillo cuando pretendían robarle. Mundson le contrata para trabajar en su casino: se convierten así en la pareja perfecta.
Johnny Farrell se convertirá en poco tiempo en la mano derecha de Mundson, le nombra mánager de su casino mientras él hace negocio vendiendo tungsteno a los nazis. Pero poco tiempo después, en otro de sus paseos por los bajos fondos, Ballin regresa feliz con Gilda. Cuando se la presenta a Johnny como su nueva esposa, se da cuenta de que ambos se conocen. Surgen chispas, pero... ¿de qué clase?

What a surprise to hear a woman singing in my house, eh, Johnny?

Cuando reaparece Gilda la relación entre ambos hombres se tambalea. Los celos que siente Farrell son más ambiguos de lo que pudiera parecer: ¿son celos o misoginia?, es una historia de amor a tres bandas, una tela de araña en la que nadie esta seguro del papel que juega. Dos personajes que no se quieren acordar de su pasado: nacieron ambos el día en que Ballin Mundson les sacó del arroyo. Gilda pretende darle celos a Farrell, pero él sólo quiere que Ballin no se entere de las infidelidades de su esposa, que hace que éste crea que Gida y Johnny tienen una aventura. Mundson desaparece y se le da por muerto. Johnny se casa con Gilda, pero cuando parece que empieza una segunda oportunidad para ellos, la relación entre ambos se vuelve extraña: Farrell se ha casado con ella sólo para obligarla a seguir siendo fiel a Ballin.


Farrell.- Que estoy confuso.
Ballin.- ¿Confuso? ¿Por qué?
Farrell.- Porque hace unas semanas también brindamos por nosotros tres.
Gilda.- ¿Quién era el tercero entonces? ¿Debo sentir celos?
Ballin.- No, mi amor, era un amigo mío.
Gilda.- ¿Amigo o amiga?
Ballin.- Una pregunta muy interesante ¿Tú qué dirías Johnny?
Farrell.- Una amiga.
Ballin.- ¿Por qué esa conclusión?
Farrell.- Porque parece una cosa y ante nuestros propios ojos se convierte en otra.


"I hate you so much
I would destroy myself to take you down with me"



Gilda: Fear and Loathing of the Exquisite Object of Relentless Desire.

Thursday, October 05, 2006

La censura: lorca somos todos

La censura es la herramienta de aquellos
que necesitan esconder la realidad
a sí mismos y a otros

Charles Bukowski


Los últimos acontecimientos ocurridos en el caso de Pepe Rubianes coloca de nuevo en primer plano el tema de la censura y la libertad de expresión. Un grupo de extrema derecha se manifestó delante del Auditorio de CCOO en la única representación en Madrid de la obra “Lorca eran todos” insultando, gritando, intentando impedir el acceso. Hace unos meses colocaban un artefacto casero ante el teatro donde Leo Bassi representaba su última obra. El viento que agita la cebada de Ken Loach está recibiendo presiones en Irlanda para que sea retirada de cartel. La prohibición de una ópera de Mozart en Berlín. Hasta se van a introducir cambios en la tradicional fiesta de moros y cristianos.
Los métodos han cambiado, desde los más sutiles y casi invisibles, a la vuelta de métodos ultraviolentos que nos hacen revivir tiempos pasados. Aunque en algunos casos, sólo en algunos casos, hasta se echa de menos la sal gorda de la censura franquista.


Gilda es un caso emblemático en la Historia de la censura franquista. En los años 40 grupos de falangistas se reunían delante de los cines donde se proyectaba para arrojar cubos de pintura al cartel y tinteros a la pantalla. El público de la época estaba acostumbrado a ver las películas con tantos cortes que se rumoreaba que Rita Hayworth seguía quitándose ropa después de la famosa escena del guante pero que las imágenes habían sido escamoteadas por la censura franquista.

La Junta de Censura primero tenía que dar el visto bueno al guión para autorizar su filmación. Realizada la película, se presentaba a la Junta otra vez y se hacían los cortes pertinentes para obtener el permiso de exhibición. Son famosas las dobles versiones, sin beso para el público patrio y con beso pa’l extranjero. Berlanga y Bardem tuvieron problemas muchas veces con los guiones, tuvieron que hacer auténticos malabares para saltarse las trabas de la censura, sin embargo Bienvenido Mr. Marshall les pareció un guión modélico y en Muerte de un ciclista les preocupó más la infidelidad conyugal que la lectura socio-política de la que sí fue consciente la crítica internacional que consideró a Juan Antonio Bardem representante de la españa intelectual que se oponía al franquismo. No obstante, Bardem sólo fue incluido en una lista negra después del paradigmático caso de Viridiana, de la que fue uno de los productores.


Viridiana es uno de los casos más significativos de censura cinematográfica en España. Supuso el regreso de Luis Buñuel después de muchos años de exilio tras la Guerra Civil. El guión fue el mayor gol que le han metido a la censura franquista. La única objeción que pusieron fue la escena del final, donde Viridiana llamaba a la puerta de su primo, en bata y con el pelo suelto, él abría y ella entraba cerrando la puerta detrás de sí, lo que sugería que iban a mantener relaciones sexuales. Buñuel entonces propuso un final diferente, más perverso que el primero, pero que fue aceptado sin reparos por los defensores del orden y la moral: Viridiana llama a la puerta y descubre a su primo jugando a las cartas con Ramona, la criada (a la censura esto le pareció inofensivo), el primo le invita a pasar y unirse a ellos; y la frase: “Siempre supe que mi prima Viridiana y yo terminaríamos jugando al tute” adquiere un doble sentido. Creo que el mismo Buñuel dijo que fue idea del censor el que estuviera presente Ramona para alejar tentaciones, pero lo que se sugería así era la posibilidad de un “menage a trois”. El escándalo llegó cuando se presentó en la clausura del Festival de Cannes y ganó la primera y única Palma de Oro para el cine español. El jurado y el público la recibió entusiasmado y el orgulloso director de Cinematografía recogió el premio. Al día siguiente el diario oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, calificó la película de blasfema y anticristiana (molestó mucho la magistral parodia del cuadro de La última cena convertido en una cena de mendigos). Las reacciones no se hicieron esperar, el censor funcionario fue destituido, el director de Cinematografía cesado y la película fue prohibida, incluso cualquier mención pública a ella. La administración franquista intentó sin lograrlo destruir los negativos y todas las copias del filme. Gracias a un negativo que se encontraba en París pudo ser conocida en todo el mundo menos en España, que no se pudo estrenar hasta 1977.

Otro ejemplo mítico fue Mogambo, donde la paranoia censora convirtió un adulterio en un incesto. Los señores censores decidieron que Clark Gable no podía tener una aventura con una mujer casada, así que cambiaron los diálogos en el doblaje y convirtieron al marido de Grace Kelly en su hermano. Para confusión del espectador, que no podía entender por qué dormían juntos los dos hermanos o por qué se mostraba celoso. No hace tanto que todavía circulaba una versión con ese doblaje que emitía TVE.

Existen muchísimos otros casos: El extraño viaje (que en su estreno duró cuatro días y desapareció), El crimen de Cuenca (ya en democracia). Y El último tango en París, las parejas iban en procesión a Biarritz y Perpignan a ver las maravillas que hacía Marlon Brando con un trozo de mantequilla y que marcó a toda una generación, para decepción de otros muchos que creían que iban a ver una película pornográfica. Pero en Italia aún fue peor y además de la prohibición Bertolucci tuvo problemas con la justicia italiana.

En Italia la situación era parecida (los tentáculos del Vaticano ejercían toda su influencia). Los cinéfilos siempre recordaremos a Totó viendo los besos robados por la censura que celosamente había ido guardando el proyeccionista Alfredo para él. Y no digo más, por si alguien aún no ha visto la tierna Cinema Paradiso. Un bello homenaje a la cinefilia que me sirve a la perfección para ilustrar este tema.


Cinema Paradiso