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Wednesday, February 07, 2007

Febrero


...ya casi todo estaba preparado para el amor.
Febrero estrenaba flores en los almendros,
y ellos, que aún no se conocían,
intuyeron que el deseo estaba próximo.

Sentían la alegría de los días que,
como una magia, les acariciaba el
tuétano;
y así, tan de repente, se creyeron libres y felices.
Si llegaban, llegarían dulces a un encuentro que
no sabe nada de huir ni de regreso.
Simplemente llegarían tiernos a conjugar sus acentos
en lo íntimo de sus labios,

y todo eso, los haría infinitos.
Gerardo Venteo

Wednesday, September 20, 2006

Paraíso de ángeles muertos

Y la noche, otra vez, se precipita
sobre los nombres.
El deseo, como una música antigua,
vuelve
Y los nombres, en el frío abandono
de los cuerpos,
buscan una excusa que les de razón:
un acento.
Urgentes y metálicos se arrastran,
caen, lloran exhaustos,
saben que el ansia no apacigua la sed.
Perdidos e incapaces insisten, insisten.

* * * * * * * * * * *
.
En la noche solitaria de nombres a la deriva
todo deseo es abrazar cuerpos mutilados en proscrito abandono,
besar los cantos fríos de sus miembros
donde la palabra es un lenguaje olvidado lejos de las bocas.
Son amargos los labios de la prisa,
y no hay azul de alas en las manos,
ni coro de voces que rediman
el amplio secreto que los nombres esconden
en la íntima soledad de su acento.
En cansancio ritual de los sexos cada noche
amenaza un silencio de espejos por las calles
y se hace lento y triste el viaje hasta la muerte.
En la noche, cuando la plegaria del amor
es un constante desatino, el ritual de los cuerpos
se abandona a recibir el dulcísimo néctar de los labios dilatados
y abocados en desesperada huída hacia el encuentro
besan el nombre febril de los sexos.
Soledad de lágrimas en pasillos largos,
repetición de oscuros laberintos por los ojos,
brumas de verbos en las calles confundidas,
presagio de un destierro consentido a la luz de dulces sueños
cuando la vida, sin norte, amenaza naufragio.

Todos estos poemas pertenecen a Paraíso de ángeles muertos
del poeta granadino Gerardo Venteo.

Nada fue inútil, nada. Ni siquiera este momento. Nunca he desertado voluntariamente de la luz ni de la música.
Huir es una traición que no concibo.
Acercaos, sentir mi pulso cálido.

Thursday, July 20, 2006

Gerardo

Bauticé este diario como un viaje imposible porque no creía que fuera a lograr ninguna de mis pretensiones, porque me sentía como un náufrago sin rumbo, aunque uno ya ha aprendido que lo importante del viaje es el camino. Porque no era yo la persona indicada para este proyecto. Ahora no sé si debería cambiar el nombre del blog, porque algunas cosas que me parecían imposibles ya no lo son tanto. A ver si va a ser verdad que hay que tener cuidado con las cosas que se desean porque se pueden cumplir.
Hasta ahora esta bitácora sólo me ha dado satisfacciones. Os tengo que contar una historia. Hace unos meses, cuando empecé a escribir este humilde blog, quería entre otras cosas que todo esto sirviera para reencontrar a algunas personas que había perdido por el camino. Lancé llamadas al aire, como si fueran mensajes en una botella, aunque pensaba que jamás llegarían a su destino. Algunos mensajes no habrán llegado, de otros aún espero respuesta, pero antes de que pudiera imaginármelo se ha producido la magia. Mi amigo Gerardo ha respondido a mi llamada al oír el eco de mi voz. Ahora me entran ganas de escribir otros mensajes y lanzarlos al ciberespacio. ¡No puedo evitarlo! Todo es posible. Así que náufragos, viajeros, oficiantes de la supervivencia, compañeros todos, seguid fieles a vuestro instinto, continuad sin desviaros ni un momento de lo que deseáis, y procurad ser tiernos y felices (un buen consejo que siempre intenté seguir).

La luz de Granada iluminaba la ciudad esa mañana. No sé por qué, pero me viene a la memoria un olor a tierra mojada. Esperaba a los pies de La Alhambra y apareciste tú. Una mirada a través de un cristal, y nuestros mundos se encontraron. Luego llegaron los cafés, los poemas, las aceras, las esquinas. Y después de una ausencia tan larga te encuentro como si nada a través de esta ventanita. Esto es increíble. Y vendrán seguro nuevos cafés, nuevos poemas, nuevas ciudades.

Thursday, May 11, 2006

A Gerardo Venteo

Hoy encontré en un cajón entre papeles olvidados todas tus cartas. El polvo que acumulaban y el color amarillento del papel han hecho darme cuenta de todo el tiempo que había pasado. Ahora lamento tanto que mi dejadez y desidia pusieran fin a la maravillosa relación epistolar que manteníamos.
Sé que ha pasado mucho tiempo, ni siquiera sé si sigues viviendo en Granada, pero me gustaría saber de ti. Paz me contó que habías conseguido publicar tu libro, esas fueron las últimas noticias. Me gustaría utilizar este espacio para poder encontrarte, que el azar otra vez nos vuelva a reunir, aunque no haya otro invierno en Lisboa. Quizá alguien que te conozca esté leyendo esto, quizá tú mismo, y puedas dejarme una señal.
Este es un tiempo donde las calles me asaltan con su transitada presencia y me alimentan de ilusiones, sueños y un insaciable deseo de buscar. También es un tiempo de conocer, de hablar, es un buen tiempo para vivir. Procura ser tierno y feliz (como siempre me decías).


Los nombres están en las calles
y miran los ojos de cafés.


Diciembre, llueve otra vez.
Granada está lejos
y los labios manchados de azul
cuando ya no nos quedaba tiempo ni para decir nuestro nombre.
Las calles nuevamente aguardan citas clandestinas
y el deshielo de brazos y bocas esperando.
El deseo (ese secreto cómplice) espera.
La ciudad transcurre por laberintos y neones,
hoy siento el vértigo dulcísimo recordando tus ojos dirimentes.

Nunca Diciembre fue tan dulce ofreciendo sus labios
ni tan breve la ternura de amantes casuales
que miran ojos de cafés
cuando el tiempo (sin horas para abrazar cuerpos)
conspira contra la ciudad amable y gris de vértices cansados.
Llegamos tarde
y Diciembre tiene prisa.
Llueve.


Gerardo Venteo