Candy, porque le encantaban los dulces, Darling, porque así le llamaba un amigo suyo con el que vivía, que siempre le decía:
«Come on, let’s go, candy, darling»
Un nombre mucho más glamouroso que el de James Lawrence Slattery que le pusieron al nacer. Cuando su madre le preguntó si era verdad que solía ir a un bar gay de Nueva York travestida, ella fue a su cuarto y volvió totalmente vestida como una chica, que era el género con el que se identificaba. Candy Darling fue una pionera: un jovencito que osó vivir como mujer en un mundo que aún no estaba preparado para ello.
¿...es la hermana de La Prohibida?: No. Es Candy Darling: la Musa de Warhol, considerada la mujer más atractiva de la Factoría. Había pasado su infancia viendo viejas películas clásicas por TV, donde aprendió a imitar a sus actrices favoritas: Rita Hayworth, Joan Bennet, Lana Turner, y Kim Novak. Siempre supo que no era un niño, y sabía que tendría que construir durante toda su vida la mujer que llegaría a ser. Su sueño era ser como la Kim Novak de Picnic, Vértigo, o Me enamoré de una bruja. Andy como Candy. Se conocieron en 1967 en un after-hours, y desde entonces fue su favorita dentro de la Factoría. Warhol se empeñó en convertirla en algo así como una rutilante Star, pero del Underground. Aparece en la mítica Flesh, con Joe Dallesandro, y en Women in Revolt (ambas de Paul Morrissey), junto a Holly Woodlawn y Jackie Curtis, una parodia del feminismo que pretendía mofarse de Valerie Solanas, una venganza personal contra la fan que disparó a Andy Warhol. Candy Darling frecuentaba más el Off-off neoyorkino, tenía su propio espectáculo de cabaret e hizo teatro underground, con sus amigas Jackie Curtis y Holly Woodland, Patti Smith o Robert De Niro, pero la pudimos ver también en pequeños papeles en Klute, de Alan J. Pakula, con su amiga Jane Fonda, o en Mortadela, de Mario Monicelli, junto a Sophia Loren.
Candy representaba como nadie el esplendor y la fantasía de las antiguas estrellas de cine. Ni hombre, ni mujer: musa, estrella e icono. Fue fuente de inspiración para sus amigos Warhol y Tennessee Williams, que le dio un papelito en una de sus obras; Lou Reed compuso Candy Says pensando en ella; los fotógrafos más famosos del mundo querían inmortalizarla. Antony Hegarty utilizó una fotografía suya para la portada de su álbum I Am A Bird Now.
El retrato más famoso de Candy Darling es el que le hizo Peter Hujar el día de su muerte, posando para la cámara desde la cama del hospital donde murió. Murió de leucemia en 1974, con sólo 29 años. Los médicos dijeron que debido probablemente a las hormonas que había estado tomando durante años.
«Cuando lean esto, ya me habré marchado.
Desgraciadamente, antes de mi muerte no me quedaban deseos de vivir. Incluso con el apoyo de todos mis amigos y de mi prometedora carrera, me siento demasiado vacía como para continuar con esta existencia irreal. Estoy tan aburrida de todo... Podría decirse que estoy mortalmente aburrida. Puede sonar ridículo, pero es verdad...
Ojalá nos volvamos a encontrar todos de nuevo.
Adiós por ahora. Os quiere siempre....
Candy Darling
Lou Reed & The Velvet Underground - Candy Says
Candy says I've come to hate my body and all that it requires in this world. Candy says I'd like to know completely what others so discreetly talk about. I'm gonna watch the blue birds fly over my shoulder. I'm gonna watch them pass me by Maybe when I'm older. What do you think I'd see If I could walk away from me?
Llevo unos días que no puedo parar de moverme con este tema. Así de guapo era Mick Jagger cuando cantaba aquello de que no siempre se puede conseguir lo que uno quiere: You Can't Always Get What You Want, y, casi 40 años después -que está mejor si cabe-, parece que por fin lo ha conseguido: God Gave Me Everything. ...y ahora me pregunto, ¿en qué UNIverso andaría YO perdido en 2001. ...que no recuerdo esta canción?
Mick Jagger y Keith Richards cuando aún eran amigos
Mick Jagger con Lenny Kravitz - God Gave Me Everything
Berlanguiano, na.— adj. Propio y característico de Luis García Berlanga. Que tiene semejanza con el estilo de las obras del cineasta.
José Luis Borau, miembro de la Real Academia de la Lengua, está intentando que berlanguiano tenga entrada propia en el diccionario de la RAE: «el adjetivo con que, desde la prensa, un libro, la calle... se califica a un personaje, una situación o un hecho que reconocemos propio y característico de nuestra peculiar forma de movernos y comportarnos en la vida. De un brochazo, queda reflejada la repulsa, el ridículo, una buena dosis de indulgencia, otro tanto de comprensión, algo de jarana con gotas de amargura y, muy escondido, casi imperceptible a primera vista, un cierto orgullo también». Juanjo Puigcorbé, en el diario Las Provincias en el que escribió Berlanga, proponía: «Dícese de la situación coral aparentemente caótica o esperpéntica donde los caracteres muestran o ponen en evidencia su monstruosidad sin categoría moral pero de una forma vitalista».
Americanos.—
«¡Americanos, os recibimos con alegría!»
Bienvenido Mr. Marshall, 1953
Le encargaron una comedia de aire andaluz con canciones para promocionar a la joven folklórica Lolita Sevilla, pero Berlanga creó una fábula sobre un pueblo castellano que espera inútilmente —como quien espera a los Reyes Magos— la ayuda de los americanos, con el único fin de mitigar un poco su pobreza. No se llevó la Palma de Oro en Cannes porque a Edward G. Robinson le molestó la escena final de una banderita de EEUU arrastrada por la lluvia hasta una alcantarilla.
Rafael Azcona.— El guionista de cabecera de Berlanga, y su mejor cómplice, en 10 ocasiones: desde Plácido a Moros y cristianos. Ganó seis Goyas por su labor, más otro honorífico. Son suyos algunos de los mejores guiones del cine español, de películas de Marco Ferreri, Cuerda, Trueba o José Luis García Sánchez.
B de Berlanga.— Una de las B del cine español, junto a Buñuel y Bardem. Historia de nuestro cine: 17 películas, Cannes, Venecia, Príncipe de Asturias, Nacional de Cinematografía; presidente de Filmoteca Española desde 1979 hasta el 82 que le cesó Pilar Miró; fundador de la Academia de Cine, de la que seguía siendo su presidente honorífico. Ganó el Goya por Todos a la cárcel. Y, no menos importante, fue el padre de nuestro amado Carlos Berlanga.
Caridad.— (a petición de Justo y Cristina, sí, Berlanga trata con compasión a sus criaturas, los intenta comprender, pero no tiene ninguna caridad con ellos)
Plácido, 1961
“Siente un pobre a su mesa en Navidad”. Plácido surge a partir de esta campaña oficial del franquismo. Con la apariencia de una inofensiva "película navideña", Berlanga y Azcona disfrazan de relato costumbrista la crítica social: una tómbola caritativa patrocinada por una marca de ollas y una emisora de radio, con pobre, vedette, y hasta madre de la artista, y organizada por las damas de las mejores familias de una pequeña capital de provincias, que tranquilice sus conciencias pequeño-burguesas. El pobre Plácido sólo tendrá su conciencia tranquila cuando consiga pagar la primera letra de su carromato. Siempre creí que se trataba de una comedia, hasta que tuve la oportunidad de verla en pantalla grande y descubres el horror; comedia, pero que muy negra, la sonrisa se te va helando poco a poco, hasta que piensas, de qué coño me río... Plácido es el hombre honrado que llega a hacer hasta lo imposible para pagar su letra, no se le vaya a amargar la cena de Nochebuena; Quintanilla es su espejo deformado, un arribista lameculos de esos monstruos disfrazados de bugueses caritativos que como él sólo quieren medrar —sin escrúpulos de ningún tipo— en el escalafón de la estructura social. Los unos nunca podrán escapar de su mísera existencia, los otros siempre se las arreglan para salir a flote. «¡Que se vea que tenemos pobre!».
Censura.—
Los jueves milagro, 1957
Pepe Isbert, o el milagro de San Dimas, para hacer del balneario de Fuentecilla un lugar turistíco como Lourdes o Fátima.
Siempre tuvo que jugar a despistar a la censura. Entre el Opus Dei y el censor, un famoso teólogo jesuita de la época, la película fue masacrada: «hasta llegaron a contratar a un cura, un cura censor, el padre Garau, para que me ayudara. ¡Joder con la ayuda! El tío escribió 200 páginas sobre lo que debía hacer o dejar de hacer san Dimas». Su colaboración fue tan "inestimable" que el propio Berlanga sugirió que el censor apareciera como guionista en los créditos.
Concha Velasco.— La Trini de París-Tombuctú: «Berlanga está entre los tres cineastas más grandes, junto a Fellini y Billy Wilder. La Historia de España no se entendería sin la ironía, el humor y la crítica social del cine de Berlanga».
Erotómano.—
«Yo, cuando me siento demagogo, digo que erotismo es cuando lo hacen los ricos y pornografía cuando lo hacen los pobres. El erotismo es la pornografía vestida de Dior».
A pesar de que presumía de sátiro y libertino, ninguna de sus películas puede considerarse erótica en sí misma, ni tan siquiera Tamaño natural que aborda antes de nada la soledad. Pero se dio algún capricho: los Pechos de Concha Velasco, los de Ana Obregón, el Culo de Fedra Lorente... Las Piernas: largas, medias con costura si es posible, o con liguero y tacones de aguja. Fetichista confeso: la muñeca de Piccoli, los juguetitos de Gurruchaga, la colección de pelos de pubis femeninos del Marqués de Leguineche, o la suya propia, que coleccionaba todo tipo de artilugios eróticos, en particular parafernalia S/M. «Me escondía debajo de la mesa camilla y me pasaba la tarde entre piernas, medias y zapatos». Hay un Premio Berlanga a la mujer mejor calzada de España. En 1989 creó el concurso de literatura erótica, La Sonrisa Vertical, donde se dio a conocer Almudena Grandes con Las edades de Lulú.
«Pero hombre, ¿a su edad y haciéndose pajas?»
Tamaño Natural, 1974
Berlanga haciendo un Buñuel...
España.—
«España es todo lo que pueda contribuir a fastidiar a los extranjeros»
El cine popular de Berlanga es un retrato amargo, absurdo y tierno de la idiosincrasia de este país de pandereta, el gran referente para realizar una panorámica sobre la Historia reciente de España: desde la Guerra Civil en La vaquilla, el franquismo sociológico de El verdugo o Plácido, hasta la corrupción política de Todos a la cárcel. País de pícaros, desde Bienvenido Mister Marshall a La escopeta nacional: sátiras políticas sobre los americanos, las dos españas, la pena de muerte, las apariciones religiosas o las cacerías en tiempos de Franco. País de pelotazos, de ministros corruptos, tardofranquistas, socialistas, y, austrohúngaros... La deconstrucción de nuestra tradición, nuestros ritos y costumbres, para construir el singular universo 'berlanguiano', poblado de curas y militares, maquis y guardias civiles, perversos sexuales y starlettes, marquesas y mayordomos, aristócratas histriónicos, ministros corruptos, ruines burgueses caritativos y gente humilde que no llega a fin de mes, ...ricos y pobres. pobres diablos que intentan ser felices, o sobrevivir, y poder pagar la letra, que para el caso...
«No somos como somos, sino como nos cuenta Berlanga a golpe de genio»
José Luis Borau
La Vaquilla, 1985
Berlanga, el último austrohúngaro...
Guerra.— «Pero, ¿te has creído que la guerra es una broma?, ¿es que no sabes que hay dos Españas?, la nuestra y la de ellos. ..anda, anda, coge eso, y quítate de mi vista. ...Si es que ni siquiera hay patriotismo, ni espíritu militar, ni nada. ¿Cómo vamos a hacer la guerra con tipos así?!»
Iglesia.—
«¡Lo que Yo he unido en la Tierra no lo separa ni Dios en el Cielo!»
Imperio Austro-Húngaro.— la palabra talismán: La utilizó en todas sus películas desde que reparó en ello. Marca de la casa. Alguna vez incluso estuvo convencido de que le daba suerte.
«Que venga el servicio, que estas cosas les gustan mucho... que vengan todos que tengo que perdonarlos...»
Luis Escobar
Patrimonio Nacional, 1981
El Marqués de Leguineche.— El protagonista de la Trilogía de La escopeta nacional es un aristócrata arruinado —pero de rancio abolengo— que tiene que adaptarse al momento que le ha tocado vivir. Los Leguineche, que durante siglos manejaron el cotarro de la realidad político-social del país, han ido perdiendo poder y dinero: el Marqués tiene que abandonar la finca de las famosas monterías y trasladarse al centro de Madrid, divorciarse de su mujer y, al final, intentar evadir todo el capital posible para así salvar los muebles. Luis Escobar.— aunque sea el auténtico Marqués de las Marismas del Guadalquivir, siempre será el Marqués de Leguineche. Toda una vida dedicada al teatro, y triunfa con este personaje autoparódico que le encasilló desde entonces. Tuvo tanto éxito que dio lugar a otras dos películas: Patrimonio Nacional y Nacional III. Berlanga le quiso homenajear en la figura del Marqués de La Vaquilla, personaje que interpretó Adolfo Marsillach.
Navidad.—
«En esta tierra ya no hay caridad, nunca la ha habido y nunca la habrá...»
Obras Maestras.—
Las dos películas en las que Berlanga demuestra su maestría en el oficio. Tremendos ejemplos de cómo el hombre contemporáneo se ve arrastrado a ceder continuamente en sus principios morales para sobrevivir. ...un diagnóstico preciso y agudo de la base social del franquismo. Y como toda obra maestra, con el paso del tiempo varía nuestra percepción de lo que hemos visto, descubres nuevos matices, son inagotables las lecturas...
La imagen emblema de Berlanga: dos grupos de personas que tienen que arrastrar a la víctima y el vedugo a la ejecución (en Buñuel es un OjO, el nuestro, atravesado por una navaja). El verdugo de Berlanga es tan víctima como el reo, de las leyes y valores de la época, de la falsa moral de una sociedad hipócrita que le margina por ser el ejecutor de una Ley que se ha (auto)impuesto a sí misma.
Pena de muerte.—
«Si existe la pena de muerte, alguien tiene que aplicarla», así defiende Amadeo su oficio de verdugo, y la humanidad del garrote, frente a la guillotina o la silla eléctrica. La pena capital es clave en la filmografía de Berlanga. Si no tenía la intención de hacer una sátira política (parece un milagro que pudiera rodarse), ¿es entonces un alegato contra la pena de muerte?, o más terrible, que estamos más que resignados después de tantos años de dictadura: José Luis y Carmen son dos apestados, él, empleado de una funeraria, ella, hija de verdugo. Se casan. Cuando su suegro se jubila tendrá que sucederle como verdugo si no quiere perder la casa. El propio Berlanga se autocensuró El sueño de la maestra de ¡Bienvenido, Míster Marshall!, aunque se vengó con creces en El verdugo. Después de 50 años, se permitió el lujo de rodarlo —ha quedado como su último trabajo—. Un larguísimo plano secuencia con todos los tics berlanguianos. El verdugo se presentó en Venecia en un momento que Franco ordenó ejecutar al comunista Julián Grimau y a dos anarquistas. Mientras Europa celebraba el film, aquí se la consideró "la película más antipatriótica y antiespañola que se hubiera visto jamás".
Pepe Isbert.—
Destinado a ser un gran actor de carácter, Berlanga le convirtió en protagonista, sólo en sus manos un viejo bonachón y entrañable podía ser creíble como alcalde de Villar del Río en Bienvenido Mr.Marshall, Amadeo, el verdugo que está a punto de jubilarse, o San Dimas, la falsa aparición de Los jueves, milagro. Con Marco Ferreri, El cochecito, otra de sus interpretaciones memorables.
«Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar, porque yo, como alcalde vuestro que soy...»
«Pepe Isbert era un verdadero monstruo como actor. Tenía una forma única de estar, de hablar, de mirar, de moverse. Nunca le tuve que explicar un personaje, lo que era una gran ventaja para mí porque nunca sé qué decir a los actores de sus personajes. Se aprendía el papel enseguida y se amoldaba muy bien a mis improvisaciones».
La escopeta nacional, 1978
plano-secuencia.— el sello personal de la casa: larguísmos planos secuencia, con un montón de gente hablando sin cesar y que no para de moverse, como si de un gran baile se tratara.
«El hecho de que casi todas mis películas sean corales es una costumbre, sin ninguna razón estilística o mensajística, creo que se trata de una limitación. Igual lo que hago es poner dos mil personas delante de la cámara para que no se me note que no sé dirigir. Quizá también que soy pirotécnico, valenciano y eso ayuda»
S, de Sento.— Manuel Alexandre fue Sento, el que pintaba barcas y el cohete de Calabuch. 43 años después, aún tiene problemas con la “S” del cartel del “CaSino Libertario” que quieren montar en el taller del anarquista nudista Boronat en París-Tombuctú: se le sigue atascando «la S, porque es tan sinuosa». Trabajó con Berlanga ocho veces, desde Bienvenido... hasta su última película.
Saza, José Sazatornil.—
Encarnó como nadie a uno de los arquetipos berlanguianos más conocidos: Jaime Canivel en La escopeta nacional, un industrial catalán que financia la berlanguiana cacería del marqués de Leguineche —a la que acude acompañado con Mónica Randall, su "secretaria"—, con el objetivo de inundar Madrid con sus porteros automáticos; y repite rol en Todos a la cárcel, Artemio Bermejo, «de Sanitarios Bermejo para servirle», para ver al subsecretario del Secretario, de tal Ministerio o del otro... Tiene también algo de Plácido, que hace siempre lo último que debiera, José Luis, el verdugo que se resigna «todo sea por el niño», o Quintanilla, «el hijo del dueño de la serrería», servil con el poder, del que tan sólo es una marioneta que no ve los hilos que le mueven.
«Ha echado la suficiente tinta de calamar alrededor de su figura como para que nadie, a la hora de definirlo, esté seguro de si se trata de un tipo holgazán o trabajador, casto o erotómano, despierto o despistado, activo o abúlico, esnob o amante de las fallas valencianas»
Manuel Vicent
Moros y cristianos, 1987
Valencia.— Si en algo militó Berlanga en la vida fue de valenciano, son continuas las referencias en sus films a las fallas, la pirotecnia o el mar Mediterráneo. Peñíscola, fue Calabuch, y allí también se rodaron Viva los novios, Moros y cristianos o París-Tombuctú. Y, cuando se ponía fallero-fallero: toros, moros y cristianos, paellas y turrones, horchata y mascletá.
«¡Menos libertad y más paella, coño!»
Calabuch, 1956
Calabuch es su película más libertaria (a mí me recuerda mucho a Vive como quieras de Frank Capra). Calabuch es un pequeño pueblo perdido en algún lugar del Mediterráneo, allí llega Jorge Hamilton huyendo de no se sabé qué, a un lugar mítico, irreal, con personajes irreales sólo posibles en el imaginario de Berlanga: 'El Langosta' que recibe en una cárcel que no tiene llaves, la Guardia Civil permite el estraperlo, y el clero —por una vez— es liberal y humanista. De fábula. Con la paradoja que es un científico americano el que abandona los EEUU, adalid de la Libertad, y cae en España. Solamente en la utopía berlanguiana es posible que este sabio cambie la bomba nuclear por un espectacular cohete que competirá contra el pueblo vecino en un concurso pirotécnico. Berlanga, siempre irónico, propone soluciones imaginativas que nos hacen reflexionar...
«No puedo ser impresionista. Amo el fondo, no el paisaje»
Accattone = Mendigo
Pier Paolo Pasolini, hasta entonces escritor, debutaba en el cine en 1961 con la adaptación de su propia novela Accattone, que cuenta el reverso oscuro del Bienvenido Mr. Marshall que se inventaron los EEUU para socorrer a Europa. La acción se sitúa en los suburbios de Roma, donde la gente sobrevive como puede al margen de la "sociedad oficial", resignada a una existencia miserable: el subproletariado (los emigrantes rurales y obreros más pobres) convive con pequeños delincuentes, putas y proxenetas, con falta de medios, cultura, higiene... falta de todo. Lo que se ha de ocultar porque nadie quiere ver. Son Los olvidados de la recuperación industrial y económica de Italia tras la Segunda Guerra Mundial (Pasolini tuvo muy en cuenta el film de Buñuel a la hora de "re-escribir esta historia con la cámara"). Está experimentando con un lenguaje nuevo, y se enfrenta por primera vez con la técnica. Aún está lejos de la estilización de su discurso político. Se limita de momento a recoger el legado neorrealista de los maestros italianos y actualiza los problemas sociales de su época, comos los de la posguerra de ayer y los de la Italia de hoy. Igual que en toda Europa, y en todo el mundo: son muchos los pueblos olvidados y perseguidos en pos de mantener una supuesta estabilidad ("en peligro") del estado de bienestar.
Accattone está protagonizada -en su primer trabajo- por Franco Citti, amigo, cómplice y protagonista de muchas de sus películas. También debutaba como ayudante de dirección, Bernardo, hijo del poeta Attilio Bertolucci, amigo personal de Pasolini.
«Llámame Accattone. Hay muchos Vittorios pero yo soy el único Accattone»
Accattone no es que sea una joyita precisamente: proxeneta y delincuente, el tiempo trancurre entre las calles del barrio y el bar donde se encuentra con otros macarras amigos. Es un vividor, pero de las mujeres, porque ellas son víctimas doblemente. De una sociedad en crisis y de Accattone. Maddalena es una prostituta que lo mantiene hasta que termina con sus huesos en la cárcel. Sin dinero pide ayuda a su esposa abandonada (y roba a su propio hijo). A Stella también la arrastra a la prostitución, necesita un recambio, pero se enamora de ella. Paradójicamente, y aquí Pasolini se pone perverso, cuando Accattone decide buscarse un trabajo normal para salir del gueto (sin mucho éxito) encuentra la muerte.
«Un autor sólo puede ser un extraño en una tierra hostil: habita la muerte, aunque habite la vida»
P.P.Pasolini
«Hay espacio para todos en el cementerio»
Se cumplen ahora 35 años del asesinato de Pasolini. La esencia de su vida y su cine: su homosexualidad declarada, su marxismo, en continúa contradicción con un sentimiento católico, también le llevaron a la muerte. Nadie se creyó en ningún momento el asesinato sexual. Pasolini era un personaje incómodo para la sociedad italiana: en sus escritos, en su entrevistas, acababa de estrenar la polémica Salò o los 120 días de Sodoma, que era una crítica velada a Mussolini, y a todos los fascismos en general. Aún es un misterio sin resolver, no hay quien se crea que fue a recuperar unos rollos robados de Salò y fue asesinaso brutalmente por un chapero. Nanni Moretti homenajea a Pasolini en Caro Diario, dándose una vuelta En mi vespa por la playa de Ostia, el lugar donde fue asesinado.
Caro diario (Nanni Moretti, 1993) homenaje a Pasolini
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Somos los libros que hemos leído, las películas que hemos visto, las canciones que amamos. Somos nuestros amigos y nuestros maestros. Los viajes que hicimos y los amores que tuvimos. Somos en un espacio y en un tiempo.....
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