Encendí el interruptor esta mañana y una luz nueva, distinta, entró en la habitación. Al encender la radio lo oí: "Despierta. No tienes más tiempo". Aunque me alarmé, pronto descubrí que se trataba de una campaña publicitaria de unos grandes almacenes.
Sin embargo, podía sentir que todas las cosas del mundo hoy estaban confabuladas para avisarme de que algo iba a ocurrir: todo lo que leía, todo lo que veía en la TV parecía que hablaba de mí; por la calle los carteles publicitarios me lanzaban mensajes subliminales entre seductores y metafísicos lemas; los objetos parecían tener vida propia. Los cruces, los puentes, un semáforo en rojo: todo parecía cobrar otro sentido, un significado diferente al de todos los días, como un puzzle que se construye sin fin.
He entrado en un bar y una vieja con una mirada penetrante se ha acercado a decirme "-Deja de ser un voyeur, ha llegado el momento de pasar a la acción". Mientras una máquina tragaperras me advertía con un intermitente neón rojo "danger... danger..."
Salgo a la calle asustado, confundido, mirando a todos lados, buscando de donde va a surgir la próxima señal. Llego a la plaza, la gente aquí parece más amable que esa borrachera de rostros que atraviesa de modo caótico la Gran Vía. Unos niños juegan, una pareja se besa, un músico callejero toca la guitarra y canta una canción: "...el miedo es una raya que separa el mundo, el miedo es una fuerza que me impide andar...miedo que da miedo del miedo que da".
Un temblor recorre mi cuerpo. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué me está ocurriendo? Algo quiere decirme algo. ¿Será Dios? Quizás quiera anunciarme el fin del mundo. O quizás venga a salvarme. O quizás se sienta solo como yo y quiera llevarme con él al jardín de las delicias o al país de las hadas.
Sin embargo, podía sentir que todas las cosas del mundo hoy estaban confabuladas para avisarme de que algo iba a ocurrir: todo lo que leía, todo lo que veía en la TV parecía que hablaba de mí; por la calle los carteles publicitarios me lanzaban mensajes subliminales entre seductores y metafísicos lemas; los objetos parecían tener vida propia. Los cruces, los puentes, un semáforo en rojo: todo parecía cobrar otro sentido, un significado diferente al de todos los días, como un puzzle que se construye sin fin.
He entrado en un bar y una vieja con una mirada penetrante se ha acercado a decirme "-Deja de ser un voyeur, ha llegado el momento de pasar a la acción". Mientras una máquina tragaperras me advertía con un intermitente neón rojo "danger... danger..."
Salgo a la calle asustado, confundido, mirando a todos lados, buscando de donde va a surgir la próxima señal. Llego a la plaza, la gente aquí parece más amable que esa borrachera de rostros que atraviesa de modo caótico la Gran Vía. Unos niños juegan, una pareja se besa, un músico callejero toca la guitarra y canta una canción: "...el miedo es una raya que separa el mundo, el miedo es una fuerza que me impide andar...miedo que da miedo del miedo que da".
Un temblor recorre mi cuerpo. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué me está ocurriendo? Algo quiere decirme algo. ¿Será Dios? Quizás quiera anunciarme el fin del mundo. O quizás venga a salvarme. O quizás se sienta solo como yo y quiera llevarme con él al jardín de las delicias o al país de las hadas.
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