Wednesday, April 05, 2006

De-construcción



Bajar de los hombros el peso que ahoga
y voltearlo todo, en el hueco profundo
en el que se ha convertido mi cuerpo,
repleto de sendas que tiemblan la tarde
y sin ninguna estrella.

La luz, puro ronroneo,
acaricia mi espalda desde la calle
y me hace temblar.
Todas la notas del mundo
repican en mi cuerpo a cada paso.
a cada susurro del viento en mi ventana.

Miles de plumas
vuelan por los espejos curvos de mis ojos
como si me nevara por dentro.
Ruge el placer entre mis uñas,
duele la cuchilla del deseo,
imagino tus ojos
y te adentras en mi carne como una herida abierta.


Te persigo
y, en lo oscuro,
me levanta una marea de manos,
agua en mi pecho
y un río caliente donde me ahogo
y me recoges.



Gracias Estíbaliz por regalarme este poema
cuando jugábamos a buscar los mapas del tesoro
y las brújulas eternas estaban agotadas.

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