Caramel, 2007
Me tiene fascinado Nadine Labaki: esta “mujer, cristiana libanesa, cineasta -directora y guionista- y actriz, en este orden”, como le gusta decir. Guapa, inteligente y sensible, sexy tipo maggiorata, añado yo. Sorprendió ya en San Sebastián con su debut cinematográfico (Caramel recibió los premios del Público y de la Juventud), y ha regresado al Festival para presentar la deliciosa, ¿Y ahora, dónde vamos?, con la que ha estado a punto de repetir el premio del Público (fue la favorita hasta el último día). Se llevó en cambio la ovación más larga y emocionante que he visto nunca. Representará a Líbano en la próxima edición de los Oscars.
Si en Caramel no quiso hablar de la Guerra a propósito y nos mostraba un Líbano optimista, luminoso, moderno, a través de un grupo de mujeres normales con problemas cotidianos que se reúnen en un salón de belleza; con el recrudecimiento de la guerra (tres días después de finalizar el rodaje), tuvo tal sentimiento de culpabilidad, de huida, que ha sentido la necesidad de afrontar el tema en su segundo trabajo, pero con el mismo tono de tragicomedia amable. Esta vez nos cuenta la historia de un grupo de mujeres que todas unidas, cristianas y musulmanas, hartas de llevar luto, ingenian mil y una artimañas para evitar que llegue el conflicto a un pequeño pueblo, en el que conviven en paz desde la destrucción de un puente que les ha dejado prácticamente aislados.
Si en Caramel no quiso hablar de la Guerra a propósito y nos mostraba un Líbano optimista, luminoso, moderno, a través de un grupo de mujeres normales con problemas cotidianos que se reúnen en un salón de belleza; con el recrudecimiento de la guerra (tres días después de finalizar el rodaje), tuvo tal sentimiento de culpabilidad, de huida, que ha sentido la necesidad de afrontar el tema en su segundo trabajo, pero con el mismo tono de tragicomedia amable. Esta vez nos cuenta la historia de un grupo de mujeres que todas unidas, cristianas y musulmanas, hartas de llevar luto, ingenian mil y una artimañas para evitar que llegue el conflicto a un pequeño pueblo, en el que conviven en paz desde la destrucción de un puente que les ha dejado prácticamente aislados.
Et maintenant, on va où?, 2011
“Hay un desgarro en todas direcciones. Se convierte en algo absurdo... estamos absorbidos por una cultura absurda. Ya no entendemos nada. Ni siquiera conseguimos unirnos para parar a meditar una solución. Nos estamos matando entre nosotros mismos. El caos y la contradicción que existe en Líbano se refleja en nuestro carácter. Somos un pueblo contradictorio, entre dos mundos, desgarrado. Geográficamente se nota. No soy fatalista, aunque vivo una dura relación de amor y odio con mi patria, entre la ternura a una gente que quiere sobrevivir y la rabia por lo que ocurre”.
(Tráiler)