Walkiria Montini

Hace poco descubría en la web de Carla Antonelli que el pasado mes de abril fallecía en Gijón la famosa transexual de Brasil Walkiria Montini: excesiva, de carácter fuerte, muy mala leche, pero en el fondo con muy buen corazón. La conocí actuando junto a la gran Vanessa Nell, transexual argentina que presumía de ser la única que cantaba con su propia voz, que ahora descubro que regresó a Argentina donde también murió. Aunque a mí quien me tenía realmente fascinado era un chico que actuaba con ellas, de día Jose Antonio, y de noche se transformaba en una bellísima María Conchita Alonso, que encantada de que alguien notara su gran parecido con la actriz, siempre estaba intentando seducirme. Pero esa es otra historia.

Nunca la olvidaré porque tengo una anécdota muy curiosa con la Walkiria, aunque supongo que podría explicarse de forma muy sencilla: en una ocasión otro tío y yo tuvimos que ser sus guardaespaldas, o algo así, -irónico, cuando de un único sopapo nos hubiera tumbado al suelo-, y acompañarla al barrio chino a cobrar unas deudas. Walkiria, que había sido cirujano en Brasil, siempre presumía de que había puesto las tetas a la mitad de los transexuales que trabajaban en el barrio chino, y a todas las trans brasileñas que vivían en el país. Era también un poco exagerada.

La Gran Walkiria Montini tuvo a principios de los 90 sus quince minutos de gloria. Fue noticia en todos los periódicos por su mediático matrimonio de conveniencia. Perseguida por la policía porque había caducado su permiso de residencia, se casó con una compañera de trabajo, para así poder quedarse a vivir en Asturias, donde vivió hasta el último momento. El "gran escándalo" estaba -creo yo- en el hecho de que se casara como Luis Enrique da Silva, y con una talla de 120 de pecho.