Monday, April 23, 2012

Fahrenheit 451: Bradbury Vs. Truffaut










It was a pleasure to burn...




—¿No le importa que le haga preguntas? ¿Cuánto tiempo lleva trabajando de bombero?
—Desde que tenía veinte años, ahora hace ya diez años.
—¿Lee alguna vez alguno de los libros que quema?
Él se echó a reir.
—¡Está prohibido por la ley'
—¡Oh! Claro...
—Es un buen trabajo. El lunes quema a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a Faulkner, conviértelos en ceniza y, luego, quema las cenizas. Este es nuestro lema oficial.
Siguieron caminando y la muchacha preguntó:
—¿Es verdad que, hace mucho tiempo, los bomberos apagaban incendios, en vez de provocarlos?
—No. Las casas han sido siempre a prueba de incendios. Puedes creerme. Te lo digo yo.
—¡Es extraño! Una vez, oí decir que hace muchísimo tiempo las casas se quemaban por accidente y hacían falta bomberos para apagar las llamas.



También nosotros quemamos libros. Los leemos y los quemamos, por miedo a que los encuentren. Registrarlos en microfilm no hubiera resultado. Siempre estamos viajando, no queremos enterrar la película y regresar después por ella. Siempre existe el riesgo de ser descubiertos. Mejor es guardarlo todo en la cabeza, donde nadie puede verlo ni sospechar de su existencia. Todos somos fragmentos de Historia, Literatura y de Ley Internacional, Byron, Tom Paine, Maquiavelo o Cristo, todo está aquí. Y ya va siendo tarde. Y la guerra ha empezado. Y estamos aquí, y la ciudad está allí, envuelta en su abrigo de un millar de colores...



Seguimos las viejas vías, dormimos en las colinas, en las noches, y la gente de las ciudades nos dejan tranquilos. De cuando en cuando, nos detienen y nos registran, pero en nuestras personas no hay nada que pueda comprometernos...
Construimos una extravagante minoría que clama en el desierto. Cuando la guerra haya terminado, quizá podamos ser de alguna utilidad al mundo.
—¿De verás cree que entonces escucharán?
—Si no lo hacen, no tendremos más que esperar. Transmitiremos los libros a nuestros hijos, oralmente, y dejaremos que nuestros hijos esperen, a su vez. De este modo se perderá mucho, desde luego, pero no se puede obligar a la gente a que escuche. A su debido tiempo, deberá a acudir, preguntándose, qué ha ocurrido y por qué el mundo ha estallado bajo ellos. Esto no puede durar.
—¿Cuántos son ustedes?
—Miles, que van por los caminos, las vías férreas abandonadas, vagabundos por el exterior, bibliotecas por el interior. Al principio, no se trató de un plan. Cada hombre tenía un libro que quería recordar, y así lo hizo. Luego, durante un período de veinte años, fuimos entrando en contacto, viajando, estableciendo esta organización y forzando un plan. Lo más importante que debíamos meternos en la cabeza es que no somos importantes, que no debemos ser pedantes. Sólo somos sobrecubiertas para libros, sin valor intrínseco. Algunos de nosotros viven en pequeñas ciudades. El Capítulo I del Walden de Thoreau, habita en Green River, el Capítulo II, en Millow Farm, Maine. Pero si hay un poblado en Maryland, con sólo veintisiete habitantes, ninguna bomba caerá sobre esa localidad que alberga los ensayos completos de un hombre llamado Bertrand Rusell. Coge ese poblado y casi divides las páginas, tantas por persona. Y cuando la guerra haya terminado, algún día, los libros podrán ser escritos de nuevo. La gente será convocada una por una, para que recite lo que sabe, y lo imprimiremos hasta que llegue otra Era de Oscuridad, en la que, quizá, debamos repetir toda la operación. Pero esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo.
Ray Bradbury


Farenheit 451 (François Truffaut, 1966)

otras escenas:
* El incendio de una biblioteca clandestina.
* El Bosque de los Hombres-Libro.

6 comments:

U-topia said...

Qué oportuno este fragmento. Me ha emocionado.
Especialmente me ha gustado esta referencia, que me parece de gran actualidad: es la que dice que, quizás, acabada la guerra "podamos ser de alguna utilidad" y si no ocurre habrá que esperar porque "no se puede obligar a la gente a que escuche". Me emociona esa actitud de RESISTENCIA por "algo que debe hacer", porque es importante y merece la pena...

Recuerdo muy bien la película, una gran y memorable película.

Un abrazo grande!!

Justo said...

Es una película inolvidable, sí..

Pero ahora no puedo evitar pensar en lo que dirían mis alumnos -igual me planteo que lean el libro o vean la peli-: ellos verían maravillosas esas quemas y esa prohibición en su conjunto, porque el libro es su enemigo, lo identifican como tal.

Hoy me han felicitado: "Estarás contento, hoy es tu día"...

Cuando les digo que la literatura puede ser un gran placer me miran como si fuera un alienígena desquiciado que desvaría.

¡Y mira que lo intento! A veces sale bien, pero la mayoría..

Un beso

Uno said...

Estupenda elección para el día del libro. Qué gran peli.
Leo también a Justo y me pregunto si los libros electrónicos no serán mas atractivos para los chavales y, aunque no me gustan, pienso por primera vez que seguramente en eso pueden cumplir una labor importante.

Un abrazo

deWitt said...

Hace muchísimo que vi la película. Sin embargo, el libro, he de confesar que no lo he leido. Lo sé: lapidadme!! Pero, tras leer este fragmento, me han entrado unas ganas terribles.

Un abrazo

Javier said...

No hace mucho tuve la oportunidad de volver a verla y me siguió emocionando igual que la primera vez, tal vez emocionando no se la palabra justa, más bien generándome todo un cúmulo de reflexiones sobre a dónde vamos, el libro como enemigo, a caso no son los libros mediáticos una forma de matar la literatura.

rebeca - paginas web said...

vaya se ve que la trama es bastante buena...