Este Gobierno que padecemos con paciencia pretende hacer realidad lo antes posible la profética
1984 de
George Orwell, donde se instaura un Ministerio de la Verdad encargado de ir construyendo un
Neolenguaje en el que las palabras vayan perdiendo su significado. (Vivimos un tiempo donde la perversión del lenguaje o su «simulación en diferido» entre nuestros políticos alcanza cotas sonrojantes). Con el fin de engañar a los ciudadanos, o bien, desviar la atención hacia temas más «importantes»: el Peñón de Gibraltar, la txupinera de Bilbao, y este año, sobredosis de fútbol para el pueblo.
Así, los recortes son «reformas», y la subida de impuestos, «recargo temporal de solidaridad». El derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización se llama «flexibilización del mercado laboral». «Modular» el derecho de reunión y manifestación, «amortizar» los puestos de trabajo, y «regular» el derecho de huelga.
Además, más preocupados por nuestra moral que por su ética, nos quieren implantar de nuevo algo parecido a los
Dos Rombos, que nos retrotrae directamente a esa España en blanco y negro ya superada, que han bautizado como «Desarrollo del sistema de pictogramas o imágenes identificativos que acompañen a las obras audiovisuales y que permitan al público identificar a priori contenidos específicos de las obras audiovisuales». Ahí queda eso.
Con la pata quebrada es el último documental de
Diego Galán, producido por
El Deseo y Enrique Cerezo, y única representación española en el pasado Festival de Cannes. Según palabras de su director, se trata de una crónica de lo que ha sido España desde la Segunda República hasta nuestros días a través de la evolución de la mujer (y los hombres) en la sociedad y en el cine. Son 180 fragmentos de diferentes épocas. Hay clásicos de nuestra cinematografía, como
Calle Mayor y
La tía Tula que reflejan la represión femenina en las ciudades de provincias, rarezas, y muchas películas malas, pero quizá éstas sean las más obvias para (de)mostrar lo que quiere el director. Eché de menos
El extraño viaje, por los distintos tipos de mujer que presenta. Hubiera elegido
Te doy mis ojos para hablar de los malos tratos. Pero probablemente cada espectador podría hacer su propia selección según los temas que se van abordando durante la misma.
Recomendable para los amantes del cine español de cualquier época.
Con la pata quebrada: La adúltera. Joaquín Coll, 1982.
«El cine quieras que no refleja siempre la realidad o parte de ella, y las películas españolas han sido en cada momento espejo de la situación política del país y sus costumbres. En los años treinta, destronado el rey se instituyó una república que equiparó en libertad a la mujer con el hombre. La guerra civil dividió en dos bandos también a las mujeres, y la victoria del fascismo las devolvió a su sitio: el hogar, "pata quebrada y en casa". Tras la muerte de Franco, la mujer se incorporó a la corriente de lucha por la liberación ya en marcha en el mundo; y en ello continúa».
Diego Galán
Con la pata quebrada: Los embarazados. Roberto Bodegas, 1982.
El título proviene de un viejo refrán machista: «La mujer casada y honrada, con la pierna quebrada y en casa». No existe algo parecido en otra lengua. En francés, la han titulado como «Retourne à tes fourneaux» (Vuelta a sus hornos), y en inglés «Barefoot and in the kitchen» (Descalza y en la concina.)
Con la pata quebrada: Los maridos no cenan en casa. Jerónimo Mihura, 1956.