
Si quieres saber algo más de Erwin Olaf...

Hoy ha muerto Francisco Umbral, el mejor columnista. Pretendió acercar la literatura al periodismo como hicieron antes aquí sus admirados Larra, Ortega y Gasset y D'Ors; Miguel Delibes le introdujo en el periodismo, y gracias a Camilo José Cela publicaría sus primeros libros. Fue Príncipe de Asturias de Las Letras, Premio Cervantes, y sin embargo ninguneado hasta la saciedad por la Real Academia de la Lengua, a pesar de que su dominio del castellano era incuestionable. El más polémico, el más imitado. Todos los periodistas que hoy escriben opinión en este país tienen a Umbral como referencia. El que no salía en negrita en sus columnas no era nadie en la crónica política y social. Quería subirle al blog -aunque os sorprenda un poco-, le considero un maestro en muchos sentidos. Fui lector fiel de su columna durante muchos años, hasta que tuve que dejar de leer El Mundo por propia salud mental. En la cafetería de la universidad su columna era una tradición, casi siempre lo mejor de la prensa diaria, nos la pasábamos incluso. Con una pequeña idea o una anécdota hacía una radiografía esclarecedora de la actualidad. Me ha enseñado más que muchos profesores.


Y hoy hace 71 años que MATARON a Federico.








Marilyn Monroe fue una leyenda. En vida encarnó el mito de lo que podía llegar a conseguir una infortunada chica de humildes orígenes. Para el mundo entero se convirtió en el símbolo del eterno femenino. Pero yo no quiero describir el mito y la leyenda. Yo no conocía a esa Marilyn Monroe. Nosotros, los aquí reunidos, sólo conocíamos a un entrañable ser humano, impulsivo y tímido, sensible y con temor al rechazo, que también anhelaba vivir y encontrar su plenitud. No quiero vulnerar la intimidad que ella perseguía intentando describírosla. En los recuerdos que conservamos, ella sigue viva, no sólo como una proyección sobre una pantalla o como un atractivo personaje.
Para nosotros Marilyn fue una amiga leal y verdadera, una compañera de profesión que buscaba incesantemente la perfección. Fuimos partícipes de sus problemas y dificultades, así como de algunas de sus alegrías. Era un miembro de nuestra familia. Es difícil aceptar el que su entusiasmo por vivir se haya visto interrumpido por este terrible accidente. Ella pensaba en el futuro, estaba convencida de que su carrera no había hecho más que empezar. El sueño de su talento, que había alimentado siendo una niña, no era un espejismo. Cuando la conocí quedé sorprendido por la asombrosa sensibilidad que poseía, que había sabido conservar fresca y sin marchitar, luchando por expresarse a sí misma a pesar de la vida que se vio obligada a llevar. Había otras chicas con un físico tan agradecido como el suyo, pero era evidente que ella tenía algo especial. Poseía una luminosidad característica, una combinación de melancolía, esplendor y anhelo que la convertía en un ser diferente pero entrañable, y que nos incitaba a querer compartir su inocencia infantil, esa inocencia que la hacía ser tan tímida y al mismo tiempo tan vibrante. Esta característica aún era más evidente cuando subía a un escenario. Me apena saber que el público que la quería no haya tenido la oportunidad de verla, como sí la vimos nosotros, interpretar unos papeles que presagiaban lo que podía llegar a ser. Sin lugar a dudas se hubiese convertido en una gran actriz de teatro.
Ahora todo ha terminado.

